No corren buenos tiempos para Netflix y su churrería de cine y series. Al menos en el aspecto cinematográfico y más específicamente en la oleada de producciones de ciencia ficción y fantasía que ha estrenado recientemente. Por eso, el mero hecho de encontrarnos con la nueva película de Alex Garland en esta plataforma daba a priori que pensar. Y nada bueno. Afortunadamente hasta un reloj estropeado puede acertar la hora y nos regocijamos al descubrir un magnífico film que estará muy seguramente entre nuestras favoritas de este año y que recupera –junto a otras producciones recientes como Arrival (Denis Villeneuve, 2016), Mad Max: Fury Road (George Miller, 2015) o Ex Machina (2014)– una forma de entender el género alejado del blockbuster de acción y efectos especiales moderno aunque sea integrados en el mainstream de la industria actual de Hollywood.
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