En este episodio especial de Limiar, Fidel se sienta frente al mar de Riazor, en medio de una espera marcada por una intervención médica.
Un problema de visión, un horizonte que no puede mirarse, y una ciudad —A Coruña— que despierta en mí recuerdos de infancia: el barrio de Monte Alto, la playa del Matadero, la familia, esas pequeñas felicidades que solo se reconocen con los años.
La contemplación se convierte en refugio. El pasado regresa sin pedir permiso. Y el coruñesismo, ese sentimiento que creía dormido, late con fuerza contenida. Un episodio íntimo y sereno.
Porque mirar no siempre es ver. Y a veces, solo a veces, hay que detenerse para volver a ser.
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